lunes, 4 de abril de 2011

El super

     Ayer, fué un día especial, tranquilo y muy relajante, haciendo sin hacer nada, caminando sin saber muy bien a donde, mirando con otros ojos, mirando cosas nuevas, pero vale, que también un día extraño.

    Me dí cuenta de mucho de lo que nosotros reprimimos, nuestros deseos más simples por el simple hecho de EL QUE DIRÁN, si, acepto que hay comportamientos no propios de un joven entrando en su madurez, pero eso no implica que tengas que comportarte como un anciano achacoso (con perdón de aquellos señores que estoy incluyendo y que no se lo merecen).

     Mientras observaba a las personas en la fila del super, esperando su turno a pagar, y me reafirmaba el dicho aquel de que "Cada cabeza es un mundo", pude ver a una señora regañando a su hijo pequeño, en realidad no era vieja, podría tener a lo mucho 25 años y su hijo rondaba los 6 años así que tiren sus cuentas, ¿Pensó lo que hacía?¿En realidad lo disfrutó?¿Era realmente su deseo, ser madre?¿Estaba frustrada?.

    No lo sé, sólo fueron preguntas al viento, al igual que observé mas cosas, un señor a la onda skate, un gilipollas torturando a un chavalito (al parecer su hermano pequeño) y una señora cargada de maquillaje, para cada cual me formulé preguntas, preguntas y más preguntas, pero, al final cada quién se queda absorto en sus cosas, es su mundo y yo no vengo aquí a arreglar los problemas de nadie, ya bastante tengo con los míos.

     Sólo me quedó la pregunta principal ¿QUE PASARÍA SI TODOS ATENDIÉRAMOS MAS NUESTRA PERSONA SIN ANTEPONER LA CRÍTICA DE LA SOCIEDAD QUE NOS RODEA? no sé la respuesta y no se si alguien la tenga, llegó mi turno de pasar a pagar, la cajera me miró con ojos incrédulos un joven apuesto de 23 años enfundado en bermudas y playera con unos converse gris, comprando 2 paquetitos de caramelo de esos que te explotan en la boca y una botellita de té...¿Que preguntas le pasaron por su mente? ¿Cuantos adjetivos me puso? No lo sé.

    Al salir del super disfruté de esos caramelos, recuerdos felices de una infancia cada día mas lejana, a la cual agradezco pero no deseo regresar, hay que vivir el momento, día a día, instante y momento al final cuando me retiraba a tomar el bus, ví a un señor tendría unos 50 años, llevaba un mar de maletas y estaba sentado en un banqueta, llorando... no me detuve, no lo ayudé, no sé que fue de él, pero me pregunté : ¿Cual sería el motivo de su llanto?.

     No lo sé, solo sé que si yo intento satisfacer más mis deseos, y trato de complacer menos a la sociedad, quizá derrame menos lágrimas de las que acostumbro a soltar...Quién sabe, igual y ahí se encuentra el secreto de la estabilidad...

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